Praia do Forte: playa, naturaleza y disfrute.

Praia do Forte, un pequeño pueblo de pescadores del estado de Bahía, recibe hoy a ballenas, tortugas y miles de turistas que viajan en busca de las placenteras y templadas playas brasileñas.

Apenas arribamos al Aeropuerto de Bahía, nos pusimos a tono con el talento bahiano. No hablamos de una virtud (o sí), sino más bien del “ta lento”, una característica que distingue al habitante del estado de Bahía respecto del resto del país y que tal vez por nuestra llegada a las 3am, con el consiguiente cansancio, también se hizo propia.


Emprendimos rumbo hacia Praia do Forte, ubicado a tan sólo 40 minutos de transfer. Más exactamente, hacia nuestro destino final: el complejo Iberostar que tiene allí dos hoteles, Iberostar Praia do Forte e Iberostar Bahía, a los cuales les dedicaremos un merecido párrafo aparte.

foto: portozarpa.com.br

Castillo, fuerte, el origen de todo
Praia do Forte es un antiguo pueblo de pescadores ubicado en la llamada Costa dos Coqueiros, que se extiende desde la Bahía de Todos los Santos hacia el norte, por algo más de ciento noventa kilómetros. De más está decir que las playas de la zona, además de por la fina arena y las aguas a temperatura ideal, se caracterizan por la presencia de cientos de cocoteros que, con su agua de coco “gelada”, refrescan cualquier jornada playera.
El lugar debe su nombre al Castillo Garcia D´Avila, uno de los monumentos más importantes del patrimonio histórico y cultural de Brasil. La Casa da Torre, como se la llamaba por entonces, fue construida en el Siglo XVI cuando Bahía era la capital de la colonia portuguesa y ganó el apodo de castillo por la similitud con una fortaleza medieval europea. Desde la colina de Tatuapara, donde se encuentra emplazado a 68 metros sobre el nivel del mar, se podían ver todas las embarcaciones que se aproximaban y dar aviso mediante humo a Salvador.
Abandonados durante largo tiempo y recientemente recuperados, hoy el castillo y la Capilla de Todos los Santos, construida en 1624, constituyen uno de los principales atractivos de Praia do Forte.

El pueblo y Proyecto Tamar
El pequeño pueblo de Praia do Forte cautiva por su espíritu de tranquilidad, simpleza y colorido bahiano. La calle principal donde conviven bares, restaurantes, boutiques, tiendas de artesanías (con mayoría de productos relacionados con las tortugas marinas) y otros comercios, desemboca en la por demás pintoresca Capilla de San Francisco de Asís. La misma sorprende con su blancura y detalles celestes en convivencia con los verdes de la vegetación y el azul del mar sembrado con decenas de coloridas embarcaciones de pescadores. Contemplándola unos minutos, uno entiende por qué esta pequeña iglesia es escogida por lugareños y gente de otras zonas para la celebración de matrimonios.

A la postal, se sumó durante nuestra visita el encanto musical de la misa que se llevaba a cabo especialmente por el Día de San Francisco de Asís (4 de octubre) y que no sólo culminó con fuegos artificiales en la playa, sino que prometía recitales y otros eventos para la noche, hora en que también la movida pasa por los bares de la zona, entre los que se destaca el Bar Souza.
A unos metros de la capilla, se encuentra otro de los puntos clave en lo que refiere a atractivos turísticos: el Proyecto Tamar. Se trata de una institución privada sin fines de lucro que tiene como fin la protección de las tortugas marinas de Brasil.

La misma fue creada en 1980 y es hoy reconocida internacionalmente como una de las experiencias de conservación de fauna marina más importantes y mejor realizadas del mundo. Allí los investigadores tienen un centro de estudio para la protección, reproducción y manejo de las cinco especies de tortugas que concurren a estas playas a alimentarse y desovar: Carey, Laúd (la más grande, promedia 1,80 m. de altura y 400 kg. de peso), Verde, Oliva y Boba o Cabezona, la más común en estas playas.


El recorrido por las instalaciones de Tamar (ideal tanto para grandes como chicos) no sólo permite interiorizarse de la labor de los investigadores, sino aprender algunos detalles no menores de la vida de estos reptiles marinos. Para saber, las tortugas que anidan en esta costa brasileña se alimentan mayormente en las costas de África, por lo que viajan anualmente miles de kilómetros. Otra cosa que pudimos entender es por qué las playas están plagadas de estacas blancas: las mismas indican donde están los nidos con los huevos. Respecto de estos, nos enteramos que las tortugas definen su sexo por el calor que reciben los mismos, motivo por el cual la mayoría de los quelonios que nacen en esta zona son hembras.

El Proyecto Tamar cuenta con salas de proyecciones, tiendas, restaurante y los piletones donde se pueden apreciar desde muy cerca ejemplares de tortugas de distinto tipo y tamaño (¡las pequeñas crías de menos de 5 cm. nadando torpemente son todo un espectáculo!). Y no sólo esto, porque también hay meros y otros peces, rayas y un ejemplar de tiburón lija.
Claro, si de tortugas se trata, la época ideal para visitar Praia do Forte es de septiembre a marzo, teniendo fundamentalmente en enero y febrero la posibilidad de disfrutar de los nacimientos en la playa.

¡Ballenas a la vista!
Praia do Forte no sólo se caracteriza por las tortugas, sino también por tratarse de un lugar ideal para la observación de las ballenas jorobadas que llegan desde la Antártida.
Entre julio y noviembre es posible avistar estos mamíferos que alcanzan 16 metros de longitud y 40 toneladas de peso, y que se acercan a estas costas para realizar los rituales de apareamiento, parto y amamantamiento de sus crías. Sin dudas, un verdadero espectáculo para disfrutar tanto desde la costa como embarcado.
En el pueblo además es posible visitar el Instituto Baleia Jubarte que monitorea y conserva estas ballenas en territorio brasileño y brinda información para entender aún más el comportamiento y características de este fascinante mamífero.

Naturaleza viva
Los amantes de la naturaleza encuentran su paraíso en la Reserva Ecológica da Sapiranga, un espacio de 600 hectáreas de Mata Atlántica protegidas que es hábitat natural de la fauna y flora autóctonas, entre las que destacan los osos perezosos, monos y plantas como las bromelias y orquídeas. Allí se puede disfrutar de caminatas, recorridas a caballo, bicicleta y hasta cuatriciclos, además de una tirolesa en dos tramos para despuntar el vicio de la adrenalina. Es importante, para adentrarse en esta aventura, no olvidar protector, gorra, agua, dinero y repelente.
Por supuesto, el encanto natural también se vive en las playas de Praia do Forte. A los cocoteros y la finísima arena, se suma otro atractivo generado por las mareas que se anuncian diariamente en cada uno de los hoteles de la zona.

Es que cuando se produce la bajante, quedan al descubierto piletones naturales que se forman entre las piedras y corales, donde es posible nadar, hacer snorkel y observar peces de distinto tamaño y color (no hace falta sumergirse, también se observan caminando entre las rocas). La experiencia es ideal para quienes poseen chicos, ya que les permite jugar en la orilla sin ningún tipo de riesgo. ¡Eso sí, es importante estar atentos a la crecida que suele encontrarlo a uno desprevenido!
Pero el cálido y transparente mar brasileño (podemos asegurar que en esta zona tiene una temperatura justa), también se disfruta a través de los deportes náuticos con el windurf, kitesurf y surf. La zona es ideal para la práctica de este último deporte y todos los hoteles ofrecen clases para los que quieran iniciarse en la misma. Una nota para entendidos: entre los meses de mayo y agosto, las olas tienen una buena izquierda con mucha pared que permite buenos tubos. Tanto es así que Praia do Forte fue en 2009 sede del Billabong Surf Eco Festival en 2009.

Salvador de Bahía
Para quienes no conocen la ciudad, es recomendable aunque sea la excursión de un día (obviamente, lo dejará a uno con ganas de más). Ni hablar si el viaje coincide con la época de carnaval, cuando se cumple la premisa de “mais grande do mundo” clásica del Brasil, ya que este evento logró la certificación del Libro Guiness de los Récords en ese sentido.
Salvador de Bahía fue la primera capital del Brasil en épocas coloniales y hoy es considerada la capital cultural del mismo por ser cuna de importantísimos artistas brasileños como Jorge Amado, Joao Gilberto, Gilberto Gil, Caetano Veloso, entre otros.
En la zona conocida como Cidade Alta se encuentra el Pelourinho, el centro de la ciudad vieja (declarada Patrimonio Histórico de la Humandidad por la UNESCO) y lugar obligado de visita, ya que concentra coloridos edificios históricos, arquitectura colonial, museos, restaurantes, tiendas de artesanías y más. Sus callejuelas empedradas invitan a revivir el pasado y deleitarse con el despliegue de los practicantes de Capoeira, el arte marcial que fue ocultado bajo las formas de una danza por los esclavos negros durante la colonia.
Salvador de Bahía se destaca por la cantidad de iglesias (dicen que hay una para cada día del año), la de mayor notoriedad es la de Nosso Senhor do Bonfim, uno de los lugares de peregrinación más populares de Brasil. Son reconocidas las coloridas fitas do Bonfim (cintas) que se deben anudar tres veces y aguardar hasta que se corten solas para que se cumpla el deseo pedido con cada nudo. No es de extrañar que uno de ellos sea siempre volver a Salvador de Bahía.

Foto: Iberostar

La vida all inclusive
La naturaleza y el encanto de Praia do Forte, con sus playas repletas de palmeras y el mar de aguas verdes y azules de singular transparencia, ya es suficiente atractivo como para emprender el viaje de inmediato. Ahora, si la experiencia se acompaña además con los servicios de un all inclusive, puede tener ese plus que lo hace ineludible.
En nuestro viaje tuvimos la suerte de disfrutar de la estadía en Iberostar, que cuenta con dos hoteles: Iberostar Praia do Forte (categoría Premium Gold) e Iberostar Bahía (categoría Premium), ideales tanto para un viaje romántico en pareja como para unas vacaciones con chicos, ya que tienen todos los servicios para garantizar una estadía más que confortable para todas las edades y necesidades.


Ambos hoteles están sobre la playa, lo cual hace que el acceso al mar sea inmediato, aunque los atractivos para disfrutar de las instalaciones también son muchos y a veces dificultan la decisión, haciendo que unas caipirinhas (con Cachaça) o caipirísima (con Ron) en la pileta o bajo alguna de los quinchitos de paja sean la opción elegida.
El hecho de poder disfrutar de tragos, bebidas y gastronomía sin límites siempre es tentador y más aún si a la oferta buffet se le suman las propuestas de restaurantes temáticos donde se pueden degustar platos de mar, cocina mediterránea, bocados típicos bahianos y mucho más.
En cuanto a actividades, las hay en abundancia, desde actividades recreativas y juegos durante el día hasta espectáculos durante la noche. Para los amantes del deporte, tiro al blanco con arco o rifle, vóley, fútbol, basket acuático y waterpolo, clases de gimnasia y mucho más. No hay tiempo ocioso para quien se quiere divertir en grande. Ah, también hay golf, en un campo de 9 hoyos que es el deleite por su diseño y sus paisajes que permiten jugar al arrullo del mar.
Para los que quieren unas vacaciones más relajado, Iberostar cuenta con un Spa que ofrece tratamientos inspirados en las propiedades del agua y las algas.

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